14 de julio, martes. El ingenio al servicio del
hombre. El Canal de Midi.
Recorrido: Carcasona-Le Somail-Canal de
Midi-Minerve.
Pernocta: area de Minerve (43.35583N; 2.74222E)
Noche buena,
tranquila y fresca. Desayunamos y salimos rumbo al Canal
de Midi. Paraza sería nuestra primera parada, pero cuando llegamos allí,
no parecía haber nada relevante, así que continuamos hasta Le Somail.
Durante
nuestro recorrido, observamos como el paisaje había cambiado notablemente. Dejamos
los accidentados Pirineos atrás con sus estrechas carreteras para pasar a circular por otras llanas y
anchas. Aunque seguían predominando los paisajes con viñedos, se alternaban con
cultivos de secano. Lo único que parecía ser común era la ausencia de ganado.
Y en varios
puntos nos juntamos y cruzamos el “Canal de Midí” que en un día festivo como
hoy, era navegado por barquitos que tranquilamente circulaban arriba y abajo,
siempre con sus eternas bicicletas colocadas en la proa o popa de la
embarcación. También había familias o parejas que circulaban en sus bicicletas
por las vías paralelas al canal disfrutando del soleado día festivo.
Y la ciudad de
Le Somail (43º15'59.50”N; 21 54'14.13”E)nos sorprendió. Pequeñita, coqueta, tranquila...adorable.
En realidad sólo tiene dos o tres casas
típicas y un bonito puente que cruza el canal, pero pintan una bonita postal.
En el canal
vimos que había excursiones en barco de una hora y media. La primera empezaba a
las 14h. Nos decidimos a hacerla. Eran
solo las 13h así que pensamos en comer en uno de sus tres o cuatro restaurantes
que ofrecían un menú a precio razonable al borde del canal, pero cuando
elegimos uno resultó estar completo, mejor dicho, únicamente quedaban mesas al sol y no nos
ofreció otra posibilidad. Así que, “iba
a ser que no”. Sin inmutarse, nos dejaron marchar.
Una joven
limpiaba el barco que íbamos a tomar y al preguntarla, nos aconseja estar media
hora antes de la partida, así que nos sentamos a la sombra a esperar. Tan solo
quedaban 25 minutos. Pero viendo que
había gente que comenzaba a embarcar, decidimos hacer lo mismo. Al fin y al
cabo nos daba lo mismo donde esperar mientras fuera a la sombra. 12 euros por
persona y a las 14 horas en punto partimos dirección Montpellier.
Yo no dejaba de admirarme por esta obra de ingeniería del siglo XVII imaginada por un loco o visionario que pretendía unir el océano Atlántico con el mar Mediterraneo evitando así el paso por el estrecho de Gibraltar donde los piratas campeaban a sus anchas. Este visionario invirtió su fortuna en construir él mismo un trozo para demostrar que era posible. Murió arruinado tan solo nueve meses antes de ver como la obra tomaba forma. Tardaron 14 años trabajando 12.000 hombres. Mulas en ambas orillas tiraban de la embarcación haciéndola avanzar. Una casa amarilla por la que pasamos era un punto donde descansaban los animales.
Lentamente el
barco siguió avanzando cruzándonos con otros, algunos autenticas viviendas con tomates
plantados en tiestos, otros, la gran mayoría, parecían alquilados para pasar el
día o unas vacaciones.
Vimos otros
canales pequeños que desembocaban en el nuestro hasta que llegamos a una
exclusa. Y aquí pasé ya a ser protagonista
directa de lo que había leído muchas veces acerca del funcionamiento de este
sistema de exclusas.
Para salvar el desnivel que se veía a la perfección nos internamos en un espacio al que un semáforo abría o cerrada el paso. Se cerraron entonces unas viejas y oxidadas compuertas detrás de nosotros y por delante quedándonos atrapados en este espacio de tamaño casi justo para nuestro barco . En muy poco tiempo el agua comenzó a descender de nivel hasta tener la sensación de que estábamos casi en el suelo. Unos 4 metros.
Entonces se
abrió la compuerta que teníamos frente a nosotros para avanzar saliendo de este
agujero. Después, dimos la vuelta y el
proceso se invirtió. Volvimos a entrar en este espacio, las compuertas se
cerraron delante y detrás de nosotros y comenzó a entrar agua con gran fuerza.
Volvimos a elevarnos hasta ponernos de
nuevo 4 metros por encima. Se abrió la compuerta delantera y seguimos nuestro
camino de regreso. Sorprendente, magnífico. Había satisfecho mi curiosidad. Por
el momento.
Nos ofrecieron
agua y después de atravesar el puente de Le somail, y de pasar por delante del
antiguo barco correo, restaurado, dimos la vuelta regresando para desembarcar.
En la
hoja informativa que nos habían entregado hablaban de una vieja librería que guardaba 50.000 ejemplares, así que después
de comer, tarde como siempre, y de descansar un poco, nos acercamos a verla.
Y descubrimos un maravilloso lugar.
Miles de libros, la gran
mayoría forrados con plástico para preservarlos, se alineaban en estanterías
escalando paredes hasta llegar a los dos pisos. Eran viejos y de ocasión. Nunca
habíamos estado en un sitio igual, así que absorbidos deambulamos por todos sus
rincones, mirando, leyendo, acariciando ejemplares…Magnifico y sorprendente Especial, muy especial. Lo que no puedo
transcribir es …el olor, ese olor a papel, a cubiertas, tan evocador de cuando hace tan solo 20 o
30 años acudíamos a librerías buscando
algún ejemplar, a la calle libreros, a la antigua Felipa u otras, o a
Fuentetaja.
Ahora ponemos rumbo a Minerve, donde
nos encontramos ahora, en un
aparcamiento pasada la ciudad (43.35583N;
2.74222E). Hemos llegado y nos hemos instalado en su área, al parecer a 200 m
del casco, pero entre acoplarnos, hablar con los chicos y ducharnos se nos ha
echado el tiempo encima. Mañana la visitaremos junto a Aignes, ciudadela
medieval que hemos dejado atrás. Somos unas 4 autocaravanas, 2 británicas y una
francesa. Magnífico país en el que
encuentras lugares como este en cualquier rincón.
15 de julio, miercoles. El calor nos invade
Recorrido:Minerve-Olarques-Lago Salagou
Pernocta: Lago Salagou (Clermont L'herault) (43.64674N, 3.38891E)
Noche estupenda pero ya de mañana el sol amenaza con castigar, así
que desayunamos y nos encaminamos a la ciudad. A pesar de que parece estar a
cierta distancia y sobre todo en pronunciada cuesta abajo, concluimos que sólo
lo parecía.
Encaramada a una roca que ha lamido el rio, se encuentra la
pequeña localidad de Minerve.
La ciudad es muy pequeña y está colgada en un promontorio rocoso.
Es un paisaje que nos recuerda mucho la zona de la serranía de Cuenca. El agua
ha excavado angostos cañones en la roca calcárea y horadado túneles y puentes
naturales que se pueden contemplar desde la carretera.
Paseamos por sus calles y descubrimos pequeños y encantadores
rincones. Casonas de piedra, arcos, calles empedradas y estrechas...Junto a la
iglesia, una estela recuerda los trágicos sucesos ocurridos en 1210 cuando la
ciudad fue asediada por albergar
albigenses o cátaros que se negaron a abjurar de su fe. Se recuerda que aquí fueron quemados en la hoguera 180 cátaros.
De nuevo, se me polen los pelos de punta al recordar estas tragedias que únicamente
son fruto de la intransigencia, la
ambición, la estrechez de miras pero
sobre todo del miedo a perder el poder. Y lo peor, 800 años después estas
emociones tan mezquinas siguen dominando nuestro paisaje, sólo que ya no son
solo 180 los que mueren en una pira…
Sin ganas de bajar al fondo de este de barranco para contemplar desde cerca sus túneles o puentes similares al de Puentedey en
Burgos, decidimos poner rumbo a Aigne. Otra decepción. Ni mencionarlo debería.
Ahora hacia Olarques, que figura entre los pueblos más bellos de Francia. Y
esta vez si que fue verdad.
Aparcamos en la carretera, a las afueras y nos introducimos por
sus calles, típicamente medievales con innumerables rincones hermosos.
Estrechas callejuelas empedradas, jalonadas de casas de piedra nos flanquean el
paso hasta llegar a su famosa “escalinata de la comandancia” del siglo XIV por
la que subimos, impresionados por el tamaño de sus escalones de una pieza y que
van salvando varios metros de desnivel piso a piso. Esta espectacular y
singular escalera está encajada entre muros y techos de piedra. Solo por verla
merece ya la pena la visita a esta localidad, pero si sumamos los bellos
rincones de los que goza, y el marco en
el que se encuentra, la visita se hace
necesaria.
Arriba del todo nos encontramos con la negra torre del campanario, resto de un antiguo castillo. Abajo divisamos el imponente puente del diablo, del siglo XII, otra obra peculiar que se divisa un poco antes de entrar en la localidad.
Arriba del todo nos encontramos con la negra torre del campanario, resto de un antiguo castillo. Abajo divisamos el imponente puente del diablo, del siglo XII, otra obra peculiar que se divisa un poco antes de entrar en la localidad.
Son solo las 13 horas cuando terminamos nuestra visita. Hace mucho
calor y estamos cansados. Empezamos a buscar un sitio sombreado y fresco donde
descansar, pero el objetivo parece difícil de conseguir. Una hora después
encontramos unos arbolillos que nos ofrecen su sombra, aunque no el fresco y
allí nos refugiamos de un calor algo agobiante.
Es curioso, pero el año pasado recorriendo Sicilia no tuvimos el calor que
estamos sufriendo hoy. Angel se encuentra especialmente afectado así que después
de comer y descansar decidimos poner rumbo al lago
Salagou en Clermont L'herault, donde estamos ahora (43.64674N, 3.38891E)
Cerca de nuestro siguiente destino
Saint Guilhem le Desert, no parece haber áreas, excepto una de la que no
hablan bien y en Saint Guilhem hay varias cosas que hacer y que ver, así que
decidimos parar aunque sea pronto, y abordar mañana esta zona.
Cuando llegamos encontramos solo un puesto de los seis de los que
dispone el area. Y… ampliamente soleado, pero el lago esta a tan solo 200
metros, así que aparcamos y nos fuimos a dar un baño. Cuesta 7 euros que se abonan en el cercano camping municipal. Tiene solo 4 puntos de luz y por
supuesto están pillados, ya que tiene el mismo coste. Incluso una de las
autocaravanas vecinas goza de un estupendo aire acondicionado que no deja de
funcionar.
El lago tiene unas bonitas vistas pero hay chinarros, tiene
algones y algo de fango por lo que el
agua está turbia. Posiblemente estamos mal acostumbrados, pero bueno, cumple
perfectamente con sus objetivos: refrescarnos y disfrutar de la lectura a la
sombra de un árbol hasta que el sol baje.
Ahora faltan quince minutos para las20h y estamos fuera. Corre un
airecillo, que más bien es caliente, pero no se está mal. Los vecinos de al
lado, unos ingleses con autocaravana española ya que viven en Torremolinos, nos
dicen que no hay “ola de calor”, que este tiempo es normal. Los del aire
acondicionado permanecen encerrados en su autobús y estoy intrigada, no sé si
están jugando a los bolos, porque ruidosos....son un rato pese a tener todo
cerrado a cal y canto.
Después de tomarnos un vasito de un vinillo dulce que compramos en Andorra...nos
hemos ido adormir
Jueves, 16 de julio.De
medievales callejuelas a las entrañas de la tierra.
Recorrido: Lago Salagou-Saint Guilhem le Desert-Cueva Clamouse-Les
Matelles-Montaud
Pernocta: Area de Montaud
(43.73583N, 3.95889E)
Buena noche. Nos dormimos con el enfriador pero el fresco de la
mañana altera mi sueño y tuve que
quitarlo. Me despierto 10 minutos después de las 6. David, tenemos que
llamarle.
Luego creo que no recupero el sueño, y si lo hago, por poco tiempo.
A las 7,30h decidimos levantarnos. Si hoy hace tanto calor como ayer, mejor
aprovechar el fresco de la mañana y buscar donde refugiarnos cuando el calor
apriete.
En poco tiempo nos encontramos frente a las gargantas del Herault
que el rio Verdus ha excavado. El puente del diablo, designado patrimonio
mundial por la UNESCO forma parte de la ruta francesa del camino de Santiago.
Data del 1028 y fue construido por dos abadías cercanas para comunicarse entre
sí. Es uno de los puentes medievales más antiguos de Francia, pero no podemos
detenernos a fotografiarlo y confiamos en hacerlo después, pero, tampoco pudimos ya que el aparcamiento más próximo
estaba lejos y había que coger una navete
para llegar a él. En realidad disfrutamos de su vista tan solo unos segundos y
continuamos camino hacia Sant Guilhem.
Al llegar allí… no podemos aparcar. Ya habíamos leído que este
pueblo “no ama las autocaravanas”. Pero una cosa es no amarlas y otra ni
siquiera poder aparcar, así que nos vemos obligados a dar la vuelta y dejarla a
unos 500-600 metros de esta localidad donde
encontramos una entrada desde la carretera cuyo tamaño nos permite aparcar con cierta
comodidad. Ahora toca un paseo casi por
la carretera, ya que apenas hay camino, y al sol. Pero, cuando llegamos
descubrimos que St. Guillhen era toda una belleza.
Este pueblo se desarrolló alrededor de la abadía de Gelona, entre
abruptas pendientes que se prolongan a lo largo de callejuelas sinuosas.
Comenzamos a subir por una de ellas, la que parece principal por que el resto son laberínticas e imbricadas
las unas en las otras, cubiertas de tejas patinadas por el sol y el peso de los
años y vamos sorprendiéndonos rincón tras rincón. Cada uno guarda un secreto,
algo bonito, una arquería, un dintel, una pared, una ventana geminada, una puerta,
un canalón, una fuente, o varias cosas a la vez. Es armonioso y bello como
pocos.
Nos llama la atención las cardinas
(cardabelles o carlina
acantifolia como nombre científico) colocadas en las puertas de las viviendas,
muy típico también en el pirineo oscense
español y que allí era utilizado para protegerse de las brujas. Aquí protegen
del agua. Es curioso como tantos kilómetros
de distancia pueden estar unidos por una planta en común y un mismo
significado: la protección
Llegamos a una plaza amplia a la que se asoman bonitas
fachadas y el monasterio. En su centro un
impresionante y gigantesco plátano da sombra con sus ramas a casi todo el
lugar. Entramos en alguno de sus comercios y vemos que hay muchos que tienen fósiles
y minerales.
Desde aquí parten caminos que permiten descubrir vistas
excepcionales así como especies botánicas “poco comunes”, pero con el calor que
hace, ni nos lo planteamos.
Fuera ya, deshacemos el camino que trajimos, ahora con más gente
que empieza a llenar sus calles. Esto debe ser un peregrinaje los días festivos
con riadas subiendo y bajando llenando sus rincones.
Leo que la cueva de Clamouse es una
de las más bellas del bajo Langueloc y está declarada lugar científico y
pintoresco por la excepcional riqueza de sus concreciones de calcita y
aragonito. Me encantan las cuevas de aragonito. Todavía tengo nítidas en mi
memoria las imágenes de la Cueva de Castañar de Ibor en Cáceres…
Mientras esperamos para entrar, veo que hay WiFi y me conecto
dando un “repaso” a mi gente.
Al poco tiempo iniciamos la visita con una presentación en una
película donde explica la formación de la cueva. Su fama se debe no solo a la
belleza, sino a la variedad, abundancia y rareza de sus concreciones.
Nos llama la atención la iluminación con ledes. Al parecer ha sido
la primera en Europa en estar iluminada así. Y fugazmente me viene el recuerdo
de la Cueva de los Franceses en Burgos, de cómo la iluminación había hecho crecer
el musgo en sus formaciones y de cómo me enfadé por esto.
E iniciamos el recorrido por la cueva. Al principio no nos parece
nada del otro mundo, hasta que llegamos a una gran sala. Cuando el grupo está
reunido, apagan la escasa luz y comienza un espectáculo muy original, “la catedral
del tiempo” donde mezclan de forma creativa luz y sonido iluminando zonas con
distintos colores al ritmo de la música.
Sencillamente bonito. Siempre he pensado
que los franceses hacían una labor de marketin estupenda. Lo que tienen, lo saben, lo cuidan y lo publicitan mejor que
bien. Lástima que no sumen a esta labor guías en otros idiomas distintos del
francés. Creo que esta es su asignatura pendiente.
Desde aquí vamos pasando ya a otra cavidad muy grande, fácilmente
de unos 50 metros de altura donde las estalactitas y estalagmitas cuelgan,
crecen y se unen formando columnas. Los
colores también juegan un importante papel, así que nos sentimos en el centro
de un mágico y caprichoso escenario que miremos por donde miremos, nos fascina
Pero lo más hermoso para nosotros son los aragonitos. Algunos son
pequeños cristales que a modo de anemonas o frágiles estrellas de cristal
cubren paredes y techos, y otros son estalactitas recubiertas de estos
cristales de formas caprichosas y delicadas. El video inicial explica que
cuando se forma la estalactita, si hay algo que bloquee la salida del agua que precipita, sale por donde puede dando como resultado
estas formas caprichosas, como ramitas pequeñas en cualquier dirección, algunas
rebeldes a las Leyes de la Gravedad, estrellas con multitud de brazos en todas
las direcciones, espinas de diferentes formas y tamaños, en fin, todo un apasionante
y hermoso capricho de la naturaleza.
Esta belleza la pudimos contemplar hace ya años atrás en la Cueva de Castañar de Ibor en Cáceres
(http://angeles-viajarlibre.blogspot.com.es/2009/10/la-cueva-de-castanar-de-ibor-un.html) .
Pero allí las formaciones son únicamente de aragonito y no hay grandes salas. Aquí hay paredes y techos recubiertos de este blanco aragonito y si bien tiene un buen tamaño, su extensión no es tanta como la de Castañar de Ibor, aunque aquí se combina con otras formaciones por lo que la variedad resulta mucho más rica. La temperatura, 15ºC, contribuyó también que la visita fuera una delicia.
Después de una hora salimos al exterior bastantes metros por
encima de por donde habíamos entrado.
Escondidos debajo de la sombra de un pequeño árbol, esperamos muy poco
el autobús que nos regresó al pueblo y desde allí, un paseíto corto al implacable sol hasta la autocaravana.
Pusimos rumbo directo a Les Matelles, villa
que tenía calificada como medieval, aunque dada ya algunas experiencias, desconfiaba de estos calificativos.
Al llegar allí, nada nos indicaba que su visita fuera a ser
interesante, pero ya que estábamos deberíamos
al menos comprobarlo. Y la pequeña ciudad nos sorprendió. No era tan
espectacular como Saint Guillhem, pero
era un lugar muy encantador donde también descubrimos bonitos rincones. Si me
pongo a comparar, más bonita que Minervois, lo que pasaba es que el entorno de
Les Matelles, en medio de la nada, no resultaba tan atractivo como el de
Minervois.
Pero pasear por esta pequeña localidad fue una delicia ya que lo hicimos completamente en soledad, lo que contrastaba vivamente con el paseo que dimos por la mañana en Saint Guilhem le Desert, aunque si el calor no hubiera apretado tanto seguramente habría sido el paseo mucho más agradable. Pequeña, sorprendente y encantadora ciudad.
Como las areas para autocaravanas escaseaban en los alrededores,
empezamos a pensar en bajar a la Gran Motte, a la playa, pero teníamos previsto
visitar Castries, los jardines de un palacio. Además, los precios ya de las
áreas en la playa multiplicaban por dos o por tres los que habíamos pagado
hasta ahora a lo que teníamos que sumar que íbamos a llegar a última hora, por lo que decidimos
probar en donde estábamos ahora en Montaud
(43.73583N, 3.95889E) un curioso campo de despegue de ultraligeros con unos dueños -una pareja mayor- peculiares y absolutamente encantadores y comunicativos,
aunque solo hablaran francés. Estamos en
una explanada con 4 o 5 pinitos y dos
pequeños hangares.
Mientras que escribo esto, despega y aterriza una pequeña avioneta
en vuelo de reparación y me sorprende ver como hace la maniobra en una pista de unos 100m que
es un patatar utilizando solo un poco más de la mitad. Lástima que no hagan
vuelos al público, porque si no ...me apuntaba (aunque hubiera dependido del
precio, claro).
La noche no fue lo suficientemente oscura como para poder
contemplar el cielo estrellado que se hubiera visto de haberlo sido. Pero todo
no podía ser. Por el contrario, el sitio resultó ser de lo más tranquilo y
agradable, al margen de singular.
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